Hola, cibernavegante. Recibe una calurosa bienvenida a mi blog, mi espacio personal donde expreso mis ideas y pensamientos, donde reflexiono y critico la sociedad humana y sus raras costumbres. Espero que te animes a comentar y así generar entretenidos debates, sobre todo porque es casi seguro que no eres lo que yo, un gato.

viernes, 25 de enero de 2008

¿Discriminación?

Cuando me inscribí en este sitio para crear mi blog, me di cuenta de lo poco ocurrentes que son estos humanos. Y prefiero pensar en una no ocurrencia antes que en una discriminación. ¿Por qué les cuento esto? Ahora verán.

Primero me creé una cuenta de Google. A la hora de rellenar el formulario con mis datos personales, me encontré con la desagradable sorpresa de que, en primer lugar, me piden mi nombre y mi apellido... ¡Y yo no tengo apellido! Y el campo era obligatorio, según recuerdo. ¿Qué iba a poner ahí? Tuve que poner el apellido de mis "dueños", ¡bah!

Segundo problema que recuerdo: a la hora de crear mi perfil de bloguero me pidieron que especificara mi sexo. ¿Las opciones? Mujer u Hombre. Pero da la casualidad de que no soy ni lo uno ni lo otro (afortunadamente), sino que simplemente soy macho. Para no tener este problema, podrían haber puesto las opciones generales de sexo Femenino o Masculino, pero no, no se les ocurrió.

El tercer y último problema que tuve fue con mi fecha de nacimiento. Primero, no recuerdo la fecha exacta, pero sí el mes: octubre. Tuve que poner que había sido el día 1. Y segundo, tuve problemas con el año. Cuando escribí que había nacido en 2001, me apareció el siguiente mensaje:

El uso de Blogger está reservado a
usuarios mayores de 13 años.


Es decir, no pude poner mi fecha de nacimiento porque tengo menos de 13 años. Díganme, ¿cuántos gatos en el mundo alcanzan esa edad? Es como si para los humanos apareciera este mensaje:

El uso de Blogger está reservado a
usuarios mayores de 90 años.


Eso es ridículo. Pero menos mal que se puede dejar el año en blanco, de lo contrario hubiera tenido que inventarme una fecha de nacimiento.

Bueno, esto es simplemente una muestra de que los humanos no tienen idea de que el 0,7% de los usuarios de Internet a nivel mundial somos animales y que necesitamos que los creadores de sitios web nos comiencen a tomar en cuenta. Creo que aún no están preparados para esta realidad.


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¡Dale, campeón! :-P

Después de algunos días de ausencia obligada debido al conocido problema de no tener acceso libre al notebook de estos humanos, he vuelto. Y he vuelto para analizar una costumbre bastante tonta que tienen muchos de estos seres (sobre todo los de sexo masculino).

Me refiero a la costumbre de ir al estadio a ver un partido de fútbol (o de cualquier otro deporte).

Pero cuidado, no hablo de practicar algún deporte, sino de ver cómo otros lo practican. Es decir, de estar parados (o sentados) mirando a otros hacer algo que a ellos les gustaría hacer pero que no lo hacen quién sabe por qué.

En el caso particular del fútbol, tengo evidencia de que mis "dueños" padecen esta extraña dolencia: hace unas semanas fueron al estadio a ver cómo veinte jetones corrían a la siga de un balón intentando introducirlo en lo que llaman portería. Pero quiero recordarles que no estoy en contra del fútbol en sí, porque, sea estúpida o no la idea detrás de este deporte, les ayuda a no engordar y así evitan un sinfín de enfermedades.

Lo que no entiendo es por qué gastan dinero en ir a un estadio a ver cómo otros practican su deporte favorito, ¡en vez de practicarlo ellos mismos! Bueno, tal vez todo se resuma en una simple palabra: humanos. He pasado toda mi vida con ellos y no logro comprenderlos aún.

Con respecto a la evidencia, aquí les dejo un par de fotos que muestra lo irracional de su conducta. Las encontré en una carpeta que tienen mis padres adoptivos en el PC.
En esta primera foto vemos cómo un montón de hombres enceguecidos por el fanatismo vitorean a su equipo como si fueran los salvadores del mundo. Por lo que veo, el equipo es Colo-Colo (tengo un pariente salvaje con ese nombre).En esta segunda imagen vemos cómo estos representantes de la humanidad están vueltos locos saltando y aplaudiendo (y ensuciando el estadio, dicho sea de paso) a la vez que cantan himnos a su club deportivo.

La calidad de las imágenes no es muy buena. Seguramente tomaron las fotos con un celular barato.


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lunes, 21 de enero de 2008

¡Qué susto!

Hoy por la mañana salí a dar un paseo. Fui a visitar a mi viejo amigo Sancho, que vive en la casa de la esquina que queda frente a la nuestra. Conversamos de varios temas y el tiempo se pasó más que rápido. Es que siempre es interesante y entretenido hablar con amigos de experiencia, cuentan muchas historias. Pero cuando ya nos habíamos despedido -cerca de las 13 horas- sucedió lo inesperado.

Me disponía a salir de su casa cuando allí, frente a mí y sin dar un simple aviso, se presentó esa bestia, ese monstruo malvado llamado Sebastián. Con la mitad del cuerpo fuera de la casa y con ese malévolo niño corriendo hacia mí tomé una pésima decisión: terminar de salir en vez de entrarme.

Al salir, el niño corrió con todas sus fuerzas tras de mí. Fue una persecusión terrible. Sebastián corre rápido y, para peor, hace muchísimo tiempo que yo ni siquiera trotaba. Iba a cruzar la calle para trepar la muralla de mi casa, pero luego pensé que no sería capaz de subir tan rápido y que aquel monstruo me atraparía, así que cambié de rumbo y corrí hacia la reja de mi casa.

Pero luego lo pensé mejor y tampoco estuve seguro de poder pasar por entre los barrotes a esa velocidad, así que corrí por la calle y decidí huir a la casa del vecino. En eso estaba cuando delante mío divisé a la mamá de mi perseguidor muerta de la risa. Como pude la esquivé y seguí mi desesperada carrera. La reja del vecino estaba abierta así que entré. Miré hacia atrás y el niño había desaparecido. Salté para trepar la muralla y me resbalé. Ahí escuché a uno de mis "dueños" soltar una carcajada. Lo intenté de nuevo y lo logré, escapando por fin del peligro. El monstruo estuvo a punto de alcanzarme.

Para qué les cuento lo cansado que quedé con la carrera. Creo que tendré que ponerme en forma y hacer algunos ejercicios. Uno nunca sabe si unos kilos de más serán la diferencia entre tener cola o no.


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martes, 15 de enero de 2008

Paciencia, Jerónimo. Paciencia...

Un poco de sol, un espacio amplio, una leve brisa... pocas cosas me inspiran más para dormir que estas. Cualquier día puede ser un grato momento de descanso, y de hecho varios lo son. Puedo estar todo el día durmiendo a pierna suelta en el jardín de mi casa y disfrutar de la creación: los árboles, el cielo... Pero todo se esfuma cuando aparecen los seres más fastidiosos y perversos que existen, y no me refiero a los perros.

Niños. ¡Ahí vienen los niños! ¡¡Sálvese el que puedaaaa!! Que me atrape un perro y me mate, pero que no me atrape un niño. ¡Te torturan vivo! Son malvados. Te toman por la ingle y te levantan de tal forma que sólo quedas con tus manos sobre el suelo y así te llevan por todos lados. Te tiran de la cola, te apretan, te pisan, te golpean... Son realmente terribles.

Pero ay de ti si se te ocurre siquiera mirar feo al niño porque te puede llegar hasta un golpe de parte de su papá. Así que si te atrapa un niño, no te queda más remedio que dejar que te trate como a esos estúpidos ositos de peluche, que se siente sobre ti, que te suban a los árboles, que te lancen lejos... Pareciera ser que no hay nada peor, pero sí lo hay. Es mucho peor que te atrape... ¡una niña!

Las niñas son lo peor. Claro, quizás no son tan bruscas como los niños, pero el daño que causan es moral. He sabido de amigos que los visten con ropas de muñeca y los meten amarrados a cochecitos y les ponen gorritos de bebé, les cantan canciones ridículas y humillan públicamente.

En lo personal, no me he encontrado con niñas, pero por aquí cerca viven tres niñitos que son de lo más terrible. Si mal no recuerdo, sus nombres son Sebastián, Cristóbal y Joaquín, los últimos dos un par de mellizos enfermantes. Hasta el momento no he caído en sus garras, pero una vez uno me tiró la cola y me la alargó como un metro. Ustedes los humanos no se imaginan lo sensible que es nuestra cola, y un tirón de esos es horriblemente doloroso. Y aparte del dolor, nos enfurece demasiado, así que no lo hagan.

Pero ya están creciendo, sobre todo el mayor, Sebastián, que ya no me trata mal como antes. Ahora sabe hacer cariño con suavidad, pero aún así le tengo desconfianza. Creo que tendrán que crecer para que yo pueda dejar de huir de ellos. Tendrán que dejar de ser esos monstruos que ustedes llaman "niños".


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lunes, 14 de enero de 2008

Sau poate că nu mă întelegeti?

Una de las cosas que no me gusta de vivir en una casa como allegado es no tener independencia. Tal vez alguien piense que estoy loco, porque los gatos nos caracterizamos por ser más independientes que otras mascotas. Pero a lo que me refiero es al hecho de tener que depender de los humanos en cosas básicas.

En esta época de calor intenso, a veces urge un poco de agua fresca. ¿Y qué con eso? Que no hay cómo conseguir agua... sin la "gran" ayuda de algún humano. Créanme que trato por todos los medios de hacerles entender a mis anfitriones que necesito un poco de agua. Les grito con todas mis fuerzas y hasta les pongo cara de sed, pero no entienden ni una sola palabra de lo que les digo, mucho menos algún gesto. Hasta que me escabullo para entrar en la casa y pararme al lado del lavaplatos y maullar mirando hacia arriba. Sólo entonces alguien tiene un destello de inteligencia y dice: "Parece que Jerónimo tiene sed". Con la comida ocurre algo parecido, pero no es tan crítico desde que hay gorriones surcando los cielos constantemente.

Y aunque de repente a alguien se le ocurre dejarme un poco de agua afuera, lo hacen tarde, mal y nunca. Lo peor de todo es que me dejan el agua en pocillos de plástico y a los pocos días el agua ya no se puede beber. ¡Puag!

Bueno, a pesar que no me entienden nada de lo que digo, debo admitir que cuando se dan cuenta que necesito algo, lo hacen lo más pronto posible. Debo ser comprensivo, son mentes inferiores. Son simplemente humanos.


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sábado, 12 de enero de 2008

El extraño mundo de la risa

¿Qué les puedo contar sobre las costumbres de mis "amos"? Son muchas las manías extrañas que tienen, y creo que la mayoría de los de su especie también las posee. Pero como debo ser breve por razones obvias (¿qué dirían mis padres si me ven con su notebook en el garage?), sólo hablaré de una: el humor.

Si tú eres un humano, quizás encuentres que es lo más normal del mundo el sentarse frente al televisor a ver cómo un congénere tuyo cuenta historias absurdas y ridículas para el deleite de quienes le escuchan; o leer los llamados cómics con chistes que te hacen al menos sonreír; o poner tu pie delante del camino de tu amigo para que se tropiece o hasta caiga, simplemente por querer hacer una broma... Todas estas expresiones de lo que ustedes llaman humor no las entiendo en lo más mínimo.

Díganme, por favor, ¿qué tiene de gracioso ver a un tipo dentro de una caja pequeña hablando bobadas sobre su suegra, o sobre un amigo que tenía un tic nervioso o un problema en el habla, o qué sé yo qué otras cosas más? Para mí, nada. Y esa es una de las costumbres humanas que más me descolocan. A veces , cuando camino y doy un paso en falso, los humanos se ríen de mí. Dicen: "Mira, el gato jetón casi se cae" y lanzan carcajadas. Yo los miro con cara de pena, intentando comprender por qué diantres se ríen de algo que podría haber significado una desgracia. O me sacan fotos y luego se ríen de mí por mis expresiones... ¡no sé por qué! "Que mira cómo salió; mira la cara; mira qué simpático". Y hasta cuando dos gatitos chicos se trenzan a golpes en una pelea, ellos se ríen y dicen: "Mira cómo juegan. ¡Qué lindos!". Qué tontos. Ahí es cuando me río yo, jajaja...

¿Que si los gatos nos reímos? Sí, pero entre nosotros, con nuestros amigos, no de nuestros amigos. Eso es algo que jamás verán: un gato riendo, ni siquiera sonriendo. Solamente para que ustedes crean que son la única especie con sentido del humor.

Bueno, todo esto podrá sonar como quejas contra mis papás, pero no. Es sólo un análisis objetivo de las extrañas costumbres que les veo. Pronto hablaré de otras, acaso más extrañas que esta. Saludos.


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Sobre mi vida - Parte II

Ayer estuve conversándoles un poco sobre mi vida, sobre cómo llegué a este hogar en mi niñez. Hoy quiero seguir con el tema, aprovechando que los humanos salieron al supermercado.

A mis padres postizos les llenó de alegría mi llegada. Yo no comprendía muy bien a qué se debía que me regalonearan tanto, pero al tiempo después descubrí que era porque hacía muy poco tiempo había muerto una gata que tuvieron y cuyo nombre era Fanny (que a propósito, era muy guapa). Entonces comprendí que yo llenaba el vacío dejado por la señora Fanny. A pesar de que en un principio me sentí como un mero reemplazante de su anterior mascota, al poco tiempo me di cuenta que no me comparaban con ella (y jamás lo han hecho) y que me veían simplemente como un gatito al que había que cuidar mucho.

Durante mi vida con los humanos he aprendido a comprenderlos y soportarlos, cosa que a veces cuesta, sobre todo lo último... bueno, lo primero también. ¡Es que tienen costumbres tan raras! Más adelante hablaré sobre esto.

Pero de todas formas los quiero, y no imagino mi vida lejos de ellos. De hecho, todos los años que he vivido aquí se van de viaje una vez al año, por un par de semanas... y aunque al principio de sus vacaciones mi libertad parece infinita, termino por esperar con ansias a que lleguen.

He hecho amigos y amigas en el vecindario y creo que mi vida es plena, salvo algunos problemas de salud que he sufrido. Tengo casa, comida y abrigo... y una familia que me quiere. ¿Qué más podría querer? Nada.


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viernes, 11 de enero de 2008

Sobre mi vida - Parte I

Como aún no llegan mis supuestos dueños, tengo un tiempo para contarles un poco sobre mi vida, pero no será mucho porque deben estar por llegar estos humanos y debo alcanzar a apagar el PC y volver a dejarlo dentro de la casa sin que lo noten.

Nací en octubre de 2001. No recuerdo la fecha exacta porque cuando me separaron de mi madre yo apenas tenía conciencia de mi existencia. Llegué a este hogar humano en diciembre de ese año, y aquí he vivido desde entonces.

De mi mamá no recuerdo casi nada, excepto su dulce voz y su suave ronronear cuando me recostaba sobre ella junto a mis hermanos. ¿Cuántos hermanos tuve? Ni idea. ¿Dónde fueron a parar? Quién sabe. Lo último que recuerdo de esos tiempos es a mi madre maullándome muy tristemente: "¡Cuídate, Poromo! ¡Cuídate mucho, hijo!..."

Cuando llegué a esta casa, mi vida cambió por completo. Aquí crecí rodeado de humanos y lejos de mi familia original. Tuve que aprender a cazar y a relacionarme con otros congéneres sin la ayuda de mi madre... Sin embargo, mis anfitriones me han cuidado muy bien, no me puedo quejar; y siempre se preocupan por mí y me regalonean, cosa que me encanta, sobre todo en mi guatita.

Bueno, luego sigo contándoles más sobre mi biografía. Ahora debo apagar este notebook y dejarlo dentro de la casa antes que lleguen mis padres adoptivos.

Hasta pronto.


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Mi primera entrada

Hola a todos. Me presento: soy Jerónimo, vivo en Chile y soy un gato.

Sí, un gato.

Pero alguien podrá preguntarse: "¿para qué querría un gato hacerse un blog?". La respuesta es muy simple. Todo animal tiene derechos, y creo que como gato que soy, tengo derecho a expresarme libremente en Internet. Bueno, tal vez ese derecho no sea para nosotros, pero da lo mismo, quise tener un blog y ya lo tengo :-)

Así que de ahora en adelante podrán saber los detalles íntimos de la vida de un felino hogareño, eso que a nadie le contamos porque no nos entenderían... ¡Humanos!

Claro está que no podré escribir siempre porque tengo que ocupar el PC de mis "dueños" y no puedo hacerlo mientras ellos estén en casa. Pero salen seguido, así que ahí me las arreglo.

Doy mis saludos y una cálida bienvenida a todos los humanos y a los millones de felinos que, como yo, disfrutan escondidamente de Internet.


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