Un poco de sol, un espacio amplio, una leve brisa... pocas cosas me inspiran más para dormir que estas. Cualquier día puede ser un grato momento de descanso, y de hecho varios lo son. Puedo estar todo el día durmiendo a pierna suelta en el jardín de mi casa y disfrutar de la creación: los árboles, el cielo... Pero todo se esfuma cuando aparecen los seres más fastidiosos y perversos que existen, y no me refiero a los perros.
Niños. ¡Ahí vienen los niños! ¡¡Sálvese el que puedaaaa!! Que me atrape un perro y me mate, pero que no me atrape un niño. ¡Te torturan vivo! Son malvados. Te toman por la ingle y te levantan de tal forma que sólo quedas con tus manos sobre el suelo y así te llevan por todos lados. Te tiran de la cola, te apretan, te pisan, te golpean... Son realmente terribles.
Pero ay de ti si se te ocurre siquiera mirar feo al niño porque te puede llegar hasta un golpe de parte de su papá. Así que si te atrapa un niño, no te queda más remedio que dejar que te trate como a esos estúpidos ositos de peluche, que se siente sobre ti, que te suban a los árboles, que te lancen lejos... Pareciera ser que no hay nada peor, pero sí lo hay. Es mucho peor que te atrape... ¡una niña!
Las niñas son lo peor. Claro, quizás no son tan bruscas como los niños, pero el daño que causan es moral. He sabido de amigos que los visten con ropas de muñeca y los meten amarrados a cochecitos y les ponen gorritos de bebé, les cantan canciones ridículas y humillan públicamente.
En lo personal, no me he encontrado con niñas, pero por aquí cerca viven tres niñitos que son de lo más terrible. Si mal no recuerdo, sus nombres son Sebastián, Cristóbal y Joaquín, los últimos dos un par de mellizos enfermantes. Hasta el momento no he caído en sus garras, pero una vez uno me tiró la cola y me la alargó como un metro. Ustedes los humanos no se imaginan lo sensible que es nuestra cola, y un tirón de esos es horriblemente doloroso. Y aparte del dolor, nos enfurece demasiado, así que no lo hagan.
Pero ya están creciendo, sobre todo el mayor, Sebastián, que ya no me trata mal como antes. Ahora sabe hacer cariño con suavidad, pero aún así le tengo desconfianza. Creo que tendrán que crecer para que yo pueda dejar de huir de ellos. Tendrán que dejar de ser esos monstruos que ustedes llaman "niños".
Niños. ¡Ahí vienen los niños! ¡¡Sálvese el que puedaaaa!! Que me atrape un perro y me mate, pero que no me atrape un niño. ¡Te torturan vivo! Son malvados. Te toman por la ingle y te levantan de tal forma que sólo quedas con tus manos sobre el suelo y así te llevan por todos lados. Te tiran de la cola, te apretan, te pisan, te golpean... Son realmente terribles.
Pero ay de ti si se te ocurre siquiera mirar feo al niño porque te puede llegar hasta un golpe de parte de su papá. Así que si te atrapa un niño, no te queda más remedio que dejar que te trate como a esos estúpidos ositos de peluche, que se siente sobre ti, que te suban a los árboles, que te lancen lejos... Pareciera ser que no hay nada peor, pero sí lo hay. Es mucho peor que te atrape... ¡una niña!
Las niñas son lo peor. Claro, quizás no son tan bruscas como los niños, pero el daño que causan es moral. He sabido de amigos que los visten con ropas de muñeca y los meten amarrados a cochecitos y les ponen gorritos de bebé, les cantan canciones ridículas y humillan públicamente.
En lo personal, no me he encontrado con niñas, pero por aquí cerca viven tres niñitos que son de lo más terrible. Si mal no recuerdo, sus nombres son Sebastián, Cristóbal y Joaquín, los últimos dos un par de mellizos enfermantes. Hasta el momento no he caído en sus garras, pero una vez uno me tiró la cola y me la alargó como un metro. Ustedes los humanos no se imaginan lo sensible que es nuestra cola, y un tirón de esos es horriblemente doloroso. Y aparte del dolor, nos enfurece demasiado, así que no lo hagan.
Pero ya están creciendo, sobre todo el mayor, Sebastián, que ya no me trata mal como antes. Ahora sabe hacer cariño con suavidad, pero aún así le tengo desconfianza. Creo que tendrán que crecer para que yo pueda dejar de huir de ellos. Tendrán que dejar de ser esos monstruos que ustedes llaman "niños".
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